Pie Plano

El pie plano es una condición que implica un descenso de la bóveda plantar, en mayor o menor grado. Esto sucede cuando el arco del pie es más bajo de lo normal. Puede ir acompañado de una inclinación hacia dentro, específicamente en dirección al primer dedo (pie valgo). Usualmente, esta característica puede identificarse desde la infancia, y es lo que comúnmente denominamos como «tener poco puente en el pie».
 

Impacto del pie plano en la salud articular

 
Quienes presentan un pie plano son más propensos a experimentar problemas en la movilidad del pie, en particular porque puede interferir con la función articular adecuada a nivel del tarso, que comprende los huesos centrales del pie.

Es fundamental comprender que más allá de la forma del pie, es su funcionalidad la que puede acarrear complicaciones y dolor articular no solo en la estructura del pie, sino también en áreas conectadas como las rodillas, caderas o espalda.
 

Síntomas comunes

 
En adultos, el dolor con deformidad progresiva en el retropié es el síntoma más recurrente, lo que a menudo resulta en un desgaste notable del calzado en la parte interna. La fatiga al caminar también es un signo evidente, así como la dificultad para ponerse de puntillas en situaciones severas.

Con los años, puede aumentar el dolor debido al desgaste articular o inflamación de los tendones. Entre otros síntomas, encontramos:

  • Dolor muscular en la zona interna de la pierna debido a una tendinitis originada por la postura del pie. Asimismo, podemos encontrar la misma sintomatología en la zona plantar (fascia).
  • Discomfort en el dorso del pie, donde los huesos pueden pellizcarse generando picos artrósicos.
  • Dolor articular en tobillos, rodillas, caderas, espalda… debida a la mala funcionalidad del pie.

 

Diagnóstico y tratamiento

 
En los adultos, la clave reside en emplear plantillas personalizadas que mitiguen las repercusiones del pie plano, optimizando la salud articular a largo plazo. Aunque no detienen la progresión de la deformidad, facilitan soporte esencial al arco comprometido, siendo necesario un seguimiento de al menos seis meses para evaluar su eficacia.

Para los niños, es crucial un diagnóstico preciso que permita implementar estrategias correctivas a través de ejercicios de fortalecimiento. A partir de los 3 años, podrían requerirse plantillas personalizadas para modificar los ejes de alineación del pie y promover un trabajo muscular adecuado.

En resumen, aunque el pie plano puede arrastrarse desde la infancia, mediante un diagnóstico temprano y tratamientos adecuados es posible manejar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los afectados. Consulta con Cesmar Llagostera para una evaluación personalizada.